miércoles, 10 de junio de 2015

La conciencia como juez

Justicia”. Virtud que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece”.
(1ª acepción de este término según la RAE).

Esta definición nos enfrenta al concepto de “equidad”, el cual ha variado a lo largo de la historia, y, es distinto según los principios religiosos, valores morales e ideologías desde los cuales se establezcan.

Los Estados, mediante sus ordenamientos jurídicos intentan regular sistemas que cubran las necesidades para la obtención de dicha “justicia” que, sin embargo en ocasiones, en aras de un “interés superior”, el mismo sistema lo socava con fórmulas que algunas veces son justas pero no equitativas y, en otras, ni equitativas ni justas (caso de indultos según sean aplicados por su razón o conveniencia), dejando al Estado y, en particular al gobernante, marcados, como poco por una dudosa moralidad (¿el fin justifica los medios?, ¿la razón de Estado está por encima del mismo sentido de la Justicia?).


Ante circunstancias como las anteriores, o bien cuando el sistema falla por alguna causa (p.ej. no se puede establecer una culpabilidad por algún motivo), sólo quedaría el exiguo consuelo para los afectados o víctimas de la conciencia del culpable como único castigo. Sin embargo, desgraciadamente esta “mala conciencia” es inexistente en dos casos clarísimos; el primero de ellos en el de los psicópatas que carecen de empatía (aunque conozcan claramente lo que es bueno y malo), y, en segundo lugar, el caso de los delitos cometidos por fanáticos de diversa índole (políticos, religiosos, etc.), que no consideran dichos actos como censurables sino, al contrario, como heroicos para obtención de unos objetivos de carácter superior.





Luis Miguel Vega Bermejo

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